martes, 29 de septiembre de 2009

Lo primero es empezar. Reconocimiento del terreno.

A falta de dos días para que empiece el curso en Polonia, las reuniones previas me han servido reflexionar mucho sobre lo que me voy a encontrar; aquí va alguna dispersa divagación.

El cambio de situación de enseñanza-aprendizaje, de una situación de inmersión a un trabajo del español como L3 o, incluso, L4 parece más que interesante. En primer lugar, estos chicos se están sacando una carrera por lo que ya de buenas a primeras la evaluación sumativa tendrá un peso mucho más específico que la formativa, aunque esta última se deberá tener también en cuenta, claro está. Los motivos que nos empujan a pensar este aspecto son varios: el número de alumnos en el aula, mayor en muchos casos. La tradición académica de un país y las características de un sistema universitario que necesita de ciertas formalidades académicas que impliquen una menor subjetividad en la evaluación, pese a que una puntuación teniendo en cuenta el proceso de aprendizaje también tienen un valor claramente objetivo (se tiene que llegar a una serie de resultados establecidos). Sin embargo, el sistema de trabajo en el que introduzco necesariamente tiene que conllevar una evaluación reflexionada desde la máxima seriedad. Me explico. En las escuelas de ELE en situación de inmersión, las motivaciones de los estudiantes por aprender español no tienen tan en cuenta el hecho de obtener una titulación, sino lo que más importa es adquirir un determinado nivel. En cambio aquí sí que se están jugando un título, universitario, por lo que la exigencia y la carga laboral, tanto en el aula como en casa debe llevar al alumno a que, tras la finalización de la carrera, de le pueda considerar un hispanista. En cuestiones de competencia lingüística, qué menos que tener un nivel C2 o, como mínimo, lo más cercano posible al habla de un nativo.

Otro aspecto a tener en cuenta, también ligado al trabajo de los estudiantes y a su enseñanza, es la metodología que se lleva a cabo, muy interesante desde mi punto de vista. Lo más destacable es que, los nativos nos dedicaremos a llevar a cabo asignaturas de práctica de la lengua sin entrar en cuestiones gramaticales, que las impartirá un nativo polaco. Tiene su lógica: tener una universidad con todos los profesores nativos es, a mi modo de ver, algo muy extraño, ilógico (no sé cómo explicarme), por lo cual los profesores oriundos del país de la lengua meta son, como nativos, los más adecuados para llevar a cabo asignaturas en las que lo más importante sea el uso de la lengua. Dedicarse a ello exclusivamente es algo primordial, ya que las horas al cuadrimestre no son tantas y los alumnos tienen que adquirir un nivel de competencia realmente alto. Por lo tanto, el hecho de estudiar el sistema de la lengua por separado, aunque vaya en contra de postulados que indican la idoneidad de integrar la gramática, implica que se tenga un experto delante en los problemas que los alumnos puedan tener, por lo cual, las soluciones parecen ser más aptas (sin despreciar la capacidad que tengamos los nativos, con un mínimo de formación, de resolver tales cuestiones con éxito también). Por otro lado, el hecho de establecer un trabajo por habilidades lingüísticas –destrezas- implica que los alumnos se centren en una serie de patrones y modelos de trabajo específicos. De todos es sabido que los dominios de la habilidad lingüística se solapan y confluyen en una gran cantidad de momentos; sin embargo, se debe entender que detrás tiene que haber una reflexión sobre los modos de realizar tales habilidades, por lo que establecer una separación puede ser garantía de éxito.
Por el momento, estas son las primeras divagaciones que puedo aportar a este blog, previa a las citas con los estudiantes a partir de este viernes. A partir de entonces, todo será más claro y seguro que podremos profundizar tanto en estas como en otras características de la enseñanza que voy a impartir.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Masakra!!!

He tenido la gran suerte de tener una gran acompañante, traductora y guía durante estos dos primeros días de estancia en Lulbin, Agata Gołąb, gran profesora -seguro- y mejor persona -más seguro todavía.

Llegar a un lugar cuyo idioma se desconoce, si es para quedarse durante una temporada, conlleva ciertas dificultades lingüísticas evidentes, pero la persona de Ágata por lo visto tiene el empeño y la misión de ponerlo todo lo más fácil posible. Su amiga y compañera, Asia, nos acompañó durante mis primeras horas en la ciudad disfrutando de una tarde más que apacible. Fueron dos guías, sobre todo culturales de excepción.

Una tarde con una cantidad de información tanto lingüística como cultural imposible de abarcar y, sobre todo, de recordar, dada mi mala memoria. Ahora bien, no sé por qué, siempre suelo acordarme de aspectos de lo más variopintos y, ciertamente, inútiles en primeros estadios de aprendizaje, aunque me da la sensación de que es común y frecuente en tales situaciones. Ejemplo de ello es la expresión que sirve como entrada a este post y que me ha resultado más que curiosa: Masakra.

Todos sabemos cuál es su significado en español; en polaco viene a ser el mismo -literal-; sin embargo, su uso, muy extendido, resulta cuanto menos curioso.

La perplejidad asoma en el momento en que te comentan que esta expresión se utiliza a todas horas por una amplia mayoría de hablantes de polaco y que sería algo similar al Déu n'hi do catalán, es decir, una expresión de sorpresa, de asombro, de lástima... pero siempre con un valor de importancia, como aumentando el valor del turno de habla o secuencia discursiva anterior (por favor, corríjanme si me equivoco).

La estupefacción empieza en el momento en que nos ponemos a mirar hacia atrás en la historia de Polonia y observamos tantas desgracias (no hace falta ser explícitos...). ¿Cómo puede ser que se utilice esta palabra tanto y, además, de esta manera? Bien, para los especialistas, si lo quieren explicar.

hay algo más que sorprende en esta expresión, algo que tiene que ver con la adquisición. ya apuntaba antes un atisbo de esta idea. ¿Cuáles son los factores que determinan que me acuerde de este vocablo y de no, por ejemplo, cómo se dice 'cuervo', que por cierto hay y muchos? dos razones me vienen a la cabeza: la proximidad con la L1 (conocimientos previos del aprendiente) y la curiosidad, la extrañeza, el hecho de que, eso, me resulta curioso...

A todo ello hay que sumarle la predilección por comentar su uso que tienen mis dos acompañantes del día de ayer, por lo que no he tenido más remedio que escribir este pequeño comentario.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Primeras impresiones sobre una situación de inmersión lingüística

Ya en este blog han ido apareciendo entradas relacionadas, no con mi experiencia docente, la cual espero reanudar en breves fechas, sino en relación al aprendizaje, por mi parte, de una lengua extranjera. No está de más que ambos aspectos los debemos tener en cuenta si queremos llegar a un proceso de enseñanza aprendizaje lo más óptimo posible. En este caso, el hecho de situarme en un ambiente lingüístico casi plenamente polaco, en cuanto a la comunicación habitual en la calle, por decirlo de alguna manera, me da pie a explicar, aunque sea de manera un tanto bárbara, mis propias experiencias como alumno. Tal vez nos sirva a todos como reflexión sobre la adquisición de una lengua extranjera, aunque el contexto de inmersión es, sin duda, un factor determinante y que marca una clara diferencia con respecto al aprendizaje que llevarán a cabo mis alumnos a partir de este próximo 1 de octubre.

Pues bien, tal inmersión lingüística se inició hace poco más de 24 horas, pero al estar ayer con un fantástico empresario zaragozano, Sergio, turisteando por la ciudad, prácticamente no tuve tiempo de observar el ambiente lingüístico-textual que vive una ciudad moderna como Varsovia.

Sin embargo, al salir del hostal esta mañana, he empezado a fijarme en todas las palabras que tenía alrededor. Suelo caminar rápido, por lo que me ha sido difícil poder leer más de tres palabras seguidas, y no me quería parar delante de cada cartel explicativo por no ser un clásico guiri que capta la mirada furibunda de los oriundos del lugar. Con todo, me he dado cuenta de una gran verdad: solo entiendo las palabras que conozco previamente, es decir, aquellas que comparen polaco y/o español e inglés. Dato curioso aunque parezca de una lógica aplastante; a tener en cuenta si se trabaja con alumnos en un primer día: ¿qué conocimientos previos tienen los alumnos de la lengua objeto de aprendizaje? A priori, casi siempre habrá un léxico común entre dos lenguas diferentes. Otra verdad que duele decirla, pero es así: sonidos similares, fácil lectura; para lo demás, práctica y paciencia. Sí, es algo que no hace falta decirlo, que está claro que está totalmente claro, pero nunca está de más corroborarlo.

Una última cuestión, ahora por ahora, pienso en la Hipótesis del Input Comprensible, la Hipótesis del “darse cuenta” (noticing hypothesis) de Schmidt o la Hipótesis de la Interacción. De momento, no hay input comprensible que valga –salvo las palabras que se comparten con mi L1, y leyendo porque si alguien me las dice, entre que está en un contexto discursivo…- ni hay interacción ni hay darse cuenta de nada.

Ahora bien, un pequeño detalle curioso. Dos comunicaciones que he llevado con éxito porque el objetivo de la tarea se ha cumplido: en un caso, comprar un billete de tren, en otro caso, un paquete de tabaco (bueno, tres; o sea que objetivo cumplido a medias).

Vamos por el primero.

Uno llega a la estación de tren y después de dar muchas vueltas y darse cuenta de que no hay máquinas expendedoras –como, por ejemplo ahora en mi pueblo- encuentra unas pequeñas taquillas con un nombre algo así como "kasa biletowa" –hipótesis: biletowa => billete ¿de tren?- por lo que uno se acerca. Sï era el lugar que buscaba. A la señora escondida tras la ventanilla. -¿English? Respuesta firme: NO –Houston, we have a problem- Probamos con mi polaco y… ¡funciona! Soy capaz de comprar un billete de tren. Chciałbym kupić bilety Lulbin. Aunque… la mujer me pregunta por el número de billetes –hipótesis: ¿bilety => plural?-; total, que como sabe que soy guiri -¿Cómo será ‘guiri’ en polaco?- me escribe un número en un papel, entiendo que es el cash y le pago. Misión cumplida.

Segundo caso

Sí, cumplido a medias, más que nada porque no he comprado un paquete de tabaco, sino tres. Mismo proceso que me había llevado al éxito, pero cambiando la variable producto a comprar Chciałbym kupić pakety Camel. Ok, y veo a la pobre señora, con toda la buena voluntad del mundo sacarme un cartón entero, diciéndome cosas y yo Tak, tak, ¡Dios mío, qué estaré comprando! Total que trzy?, claro está, otra vez tak. Pues tres paquetes he comprado. La hipótesis cada vez se toma más cuerpo: -y => plural. Por cierto, sé reconocer los números si los leo, pero cuando me los cantan…

Con todo y con ello, se debe hacer una lectura positiva de estas dos situaciones comunicativas: la primera es que hemos llegado al objetivo de la tarea y, la segunda, es que me da la sensación de que yo mismo puedo crear una serie de hipótesis gramaticales que, claro está deberá estar refrendado por un profesor experto en la materia, que para eso nos pagan.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

jueves, 3 de septiembre de 2009

Divagaciones desde el otro lado (III y última)

Acabo de terminar, hace un par de días, de trabajar con el manual que ya he comentado en anteriores entradas, Teach yourself polish. La relación con la lengua en la que me veré inmerso de aquí a menos de tres semanas ha llegado a un punto y aparte.

Las sensaciones que tengo en estos momentos son, cuanto menos, contradictorias. En primer lugar, no dejo de pensar que todavía mis conocimientos de polaco son mínimos, que cuando ponga los pies en Varsovia se me hará todo un mundo y que debo, por mi cuenta en estas semanas que me quedan, preparar no sé qué material para, al menos, defenderme en las situaciones comunicativas más comunes que en que pueda encontrarme. Sin embargo, en cuanto empiezo a escarbar en mi psique puedo encontrar ciertos atisbos de esperanza. Me da la sensación de que he aprendido más de lo que pienso, pero al no practicarlo en ningún momento tengo la sensación de que de puede ningunear mi aprendizaje sin temor a represalias. Sé reconocer, no me preguntéis cómo, ciertos aspectos morfológicos muy apreciables, como la marca de pasado o las terminaciones de persona más habituales, yo y tú principalmente. Ahora bien, no quiero pensar en el momento en que un hablante nativo me diga no sé qué: ¡Madre de Dios! ¡Qué digo yo ahora! Ya veremos qué pasa; sin duda puede ser uno de los momentos más interesantes en el aprendizaje de una lengua: el acercamiento a la realidad lingüística. Al haber siempre enseñado el español en una situación de inmersión, es una situación que no me viene de nuevo, aunque siempre que uno lo vive en sus carnes puede resultar chocante. En cuanto a los estudiantes que he tenido en Barcelona, podíamos encontrar de dos extremos que marcan las tendencias mayoritarias: el que no tenía ningún tipo de relación con el hablante nativo, con el oriundo del lugar -estudiante que, principalmente venía a hacer turismo- y el que desde buen principio tenía una relación bastante fuerte con la gente de la ciudad. Este último tipo de estudiante da la no tan rara casualidad de que venía para instalarse, al menos, durante una temporada.

Yo, en principio, debo ser del segundo tipo, por lo que la inmersión lingüística hará acto de presencia desde el primer momento. Y así lo quiero. Por lo tanto, uno de los mayores éxitos en relación a mi aprendizaje deberá ser la pérdida de miedo al error, la ausencia de temor a equivocarse y decir algo que no debe decirse. Estos últimos casos, suelen hacer bastante gracia entre los oriundos del lugar -¿quién no de ríe ante un guiri diciendo ‘tu puta madre’ en lugar de ‘de puta madre’?-, aunque ya veremos como se lo toma susodicho personaje a -20 Cº en pleno invierno. Nada, ya se verá.

Volviendo al motivo central de esta entrada, la finalización del manual con el que he estado trabajando este agosto, debo reconocer que será necesaria una segunda lectura y, sobre todo, una sistematización de aquellos aspectos lingüístico-comunicativos requisito indispensable para sobrevivir hasta que no disponga de un tutor que controle mi aprendizaje. Este es el objetivo que me marco para las siguientes semanas: llevar a cabo un trabajo de selección de expresiones determinadas por un contexto comunicativo concreto, un trabajo más nocional que otra cosa, pero que a estas alturas creo que puede ser beneficioso para la supervivencia de quien escribe y tiene la necesidad de tomar café, comprar un billete de autobús o pedir turno en la pescadería, aunque esto último creo que no se estila mucho, ¿verdad?